Filmada fotograma a fotograma y con intervalos de larga exposición, en Ghost la cámara se mueve inquieta por los pasillos vacíos de una residencia universitaria. Es de noche. La luz de la ciudad entra a raudales por las ventanas desde el exterior. Dentro del edificio, luces estroboscópicas parpadean misteriosamente, denotando extrañas fuentes de energía; mientras diapositivas intermitentes de ojos, bocas y manos se proyectan en las paredes y se desplazan por el espacio.
Ito va componiendo así una atmósfera de pesadilla, acentuada por la banda sonora disonante que invoca la sensación de que el espacio está acechado por una presencia fantasmal. En ocasiones, vemos un cuerpo (presumiblemente el del cineasta) moviéndose frenéticamente delante de un espejo, con el rostro borroso y espasmos de stop-motion, que marcan su presencia como huellas retinianas o superposiciones analógicas.
