Bella y conmovedora película filmada por Takashi Ito y su hijo Ryuta, de cinco años. La filmación se convierte en un amoroso juego de intercambio de miradas entre padre e hijo. A través de la animación digital, Ryuta aparece y desaparece de la imagen como por arte de magia, inventando con la película una nueva manera de jugar al escondite. El montaje juega con la velocidad de las imágenes: Por ejemplo, ralentizando la filmación de su hijo en bicicleta, como si quisiera prolongar un momento bonito, para luego superponer frenética y aceleradamente una sucesión de planos de imágenes, en ritmo entrecortado, evocando el carácter fugaz del tiempo.