Tres enigmáticos personajes habitan esta película, cada uno encerrado en sus propias obsesiones. Una joven (Marika Abe), oculta bajo una capucha, deambula por la ciudad. Fuma, pasea, se columpia. En ciertos momentos, agita con furia un bate de béisbol que corta el aire. Un fotógrafo-camarógrafo, aislado en su casa, baila en su habitación y se filma frente al espejo del baño. Un hombre enmascarado cava hoyos compulsivamente en distintos lugares, donde esconde bolsas. Lo que comienza con una calma inquietante se convierte en una danza agitada, impulsada por el ritmo frenético y el ilusionismo hipnótico característicos del cine de Ito.