Como si de un espectador se tratase, el espejo (verdadero protagonista de esta pieza) observa las escenas más íntimas. Crea una imagen dentro de una imagen y enmarca a los personajes, al mismo tiempo que los presenta como inconexos y fragmentados. Este instrumento, que normalmente se utiliza para sembrar confianza en uno mismo y es cómplice de nuestro narcisismo, aquí se convierte en instrumento de todo lo opuesto, creando inseguridad e incrementando la sensación de fragilidad, duda y doble pérdida.
Melodrama construido a base de metraje apropiado de películas clásicas de Hollywood. Rostros y estancias reflejados en espejos construyen situaciones casi claustrofóbicas con la ayuda de un sonido inquietante que incluye el sonido distorsionado de cristales rotos.