Sirviéndose del mar como escenario, los barcos como atrezzo y los cuerpos desnudos como personajes, Müller revive un cine de temática homosexual mediante ensoñaciones crípticas e imágenes yuxtapuestas. Realizado a partir de filmaciones propias y apropiadas, un sueño erótico diurno que alude explícitamente al universo de Kenneth Anger.