Recién cumplidos los 50, Boris Lehmann decide reconstruir su vida a partir de las cientos de miles de fotografías que ha tomado a lo largo de los años. El resultado es este diario filmado a modo de autorretrato, pero cuya voluntad retratista se extiende a las personas a las que fotografió, es decir, sus amistades. La película se convierte así en una celebración del recuerdo y de los lazos afectivos que conforman nuestras identidades.