Un niño juega en la playa; estamos en el territorio de la home-movie. Durante años creí haber hecho un film-poema, sin poder explicarlo hasta que Gilles Deleuze creó el concepto de “imagen-percepción”:
Un personaje actúa sobre la pantalla y se supone que ve el mundo de una cierta manera. Pero al mismo tiempo la cámara lo ve, y ve su mundo, desde otro punto de vista, que piensa, refleja y transforma el punto de vista del personaje [...]. En síntesis, la imagen percepción encuentra su estatuto, como subjetiva libre indirecta, tan pronto como refleja su contenido en una conciencia-cámara que se ha vuelto autónoma (‘cine de poesía’). [Gilles Deleuze, “Estudios sobre cine I”, La imagen movimiento. Traducción de Irene Agoff (Barcelona, España: Ediciones Paidós Ibérica, 1984) pp. 113-14.]
La persistencia de la última toma se transforma inesperadamente para el camarógrafo en una reflexión sobre la tensión entre campo y fuera de campo. La acción fue capturada sin plan ni tiempo medido; los acontecimientos determinaron las duraciones.