El título de esta obra (“Incrustada profundamente en el espejo”) alude al acto reflexivo de mirarse en el espejo y ver cómo el carácter elusivo de la identidad queda reducido a una imagen. Mediante un montaje asociativo, De Hirsch expande esta metáfora al acto de verse reflejado en la naturaleza, en el otro… y, por supuesto, en el cine.