Un cineasta, Julien (Michael Lonsdale), se encuentra en Bruges para rodar un cortometraje documental que le han encargado. Le vemos como un artista en conflicto con sus productores porque estos juzgan sus películas sin haberlas visto, sólo con las anécdotas que les han contado, y el cineasta intenta explicarles el proceso creativo. Para él, el argumento no es la ley suprema para la cual trabaja la forma, sino que lo esencial es la mirada de un cineasta que intenta inventar un nuevo lenguaje. La película funciona como juegos de miradas que circulan entre la realidad y su representación.
Hanoun hace una investigación formal sobre la fragmentación y el fotograma, con variaciones alternas y repeticiones, que aplica también a los diálogos, y que expresan la interioridad de unos personajes perdidos, pero en constante búsqueda. También puede considerarse una autobiografía, puesto que Hanoun explica sus propias dificultades en la industria, sobre todo durante el rodaje de Octobre à Madrid.