Un hombre que se fuga por los campos franceses (probablemente ha asesinado a una mujer), los gestos cotidianos de una preadolescente y su abuela en una granja... Hanoun juega, una vez más, con los paisajes en blanco y negro (que representa la ficción) y en color (la parte documental).
No sabemos nada de este hombre ni de esta joven. ¿Mantienen una relación? ¿Es ella su hija? ¿O es un recuerdo de la juventud? Hanoun cuida bien de no dar respuestas preconcebidas y prefiere jugar a los efectos de las rimas, de las conexiones de miradas, para evocar el ciclo de las estaciones, de la vida (las primeras menstruaciones de la joven) y de la muerte (la del fugitivo, y la imagen a la vez dulce e insostenible de la abuela degollando un conejo).
