Marcel Hanoun contextualiza su película entre las rebeliones del Mayo del 68 y la Primavera de Praga. Se pregunta cómo puede mantener distancia suficiente para poder hablar sobre esas rebeliones, ya que el rodaje transcurre durante las semanas más violentas. Parte de la premisa de no filmar las rebeliones directamente, sino de filmar las experiencias individuales de una chica durante algunos días de su vida con sus propios problemas y el peso de la presencia del tiempo histórico que la rodea. De esta manera, consigue el punto de vista distante propio de su estilo.