"Todos los sentidos se concentran en esta única cabeza: ojos, orejas, nariz, labios, lengua y la piel que lo cubre todo con su red de vibrantes nervios. A través del ojo solo, al ponerse en contacto con nosotros mismos, se emprende un diálogo visual y una interacción. Y cuando los labios, los cuerpos que encajan en perfecta armonía, rompen en una sonrisa, invitan a una exploración más allá. Entonces, con el compromiso del tiempo, este diálogo pasa de la especulación a la realización. El rostro se transforma, pasando de su sugestividad abstracta a la particular proyección de seducción. Ya no es la cara de alguien, es la cara de una persona en especial." Stephen Dwoskin