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Asparagus (Suzan Pitt, 1979)

Directores
Suzan Pitt
Participantes
Laida Lertxundi

A propósito de la exhibición de la película Asparagus (Suzan Pitt, 1979) durante este mes de agosto en el hall del CCCB dentro del programa Pantalla Interior, recuperamos un texto de la cineasta Laida Lertxundi que se publicó en el libro Xcèntric. 45 películas contra dirección (CCCB, 2006).

Asparagus dibuja una serie de espacios que dan vida a la subjetividad femenina: una mujer sin rostro se mueve en un mundo de imágenes. Esto sugiere la falta de una esencia de lo femenino y resalta, en su lugar, una serie de ensayos para la vida en femenino.

El film comienza en un interior que arrastra el peso del espacio cerrado y privado de la mujer victoriana. Contiene el valor de lo propio, la «habitación propia» que reclamaba Virginia Woolf, pero encierra al personaje en un paraíso aislado del mundo, de carácter masculino.

El punto de vista de la protagonista de la película y el punto de vista del film son idénticos, se podría decir que existe una diégesis dentro de la que se mueve el personaje y, a la vez, una extradiégesis en la que nos movemos como espectadores, y ambas son simultáneas y paralelas, una caja dentro de una caja; lo cual aparece literalmente al principio del film. La mujer, desde su casa, se acerca a una casa de muñecas, habitada por una minimujer con otra minicasa de muñecas, dentro de la cual habita una micromujer...

En un delirio, la mujer anónima y aislada se convierte en flâneuse, atravesando sin rumbo los espacios de la vida urbana. El paisaje del inconsciente nos proporciona símbolos de importancia extraordinaria. Mientras nuestra flâneuse pasea ensimismada, Pitt nos muestra un escaparate lleno de armas, pistolas, escopetas y balas. ¿Es esto lo que te espera si decides salir de casa? ¿Son éstos los objetos del deseo? Aparecen falos de composición diversa: espárragos, plantas, chinchetas... que acaban en manos, y boca, de la mujer misteriosa. El sexo oral con los objetos diversos de un paisaje de estética psicodélica describe el deseo como algo literal y compulsivo, que no precisa de otra subjetividad con la que interrelacionarse, que tiene objetos como objeto.

Aquí aparece el complejo teorema del que el film nos da sólo pistas: la mujer se queda encerrada en casa, aislada, o vive un delirio en su travesía por el espacio público de carácter masculino donde se venden armas como juguetes y donde hay que chuparla sin parar, o...

Fecha
26 mayo 2020

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