«En realidad no soy un cineasta», afirma Mekas al principio del capítulo seis de la película, «no hago películas. Solo filmo. Estoy obsesionado con filmar. Voy por esta vida con mi Bolex y tengo que filmar lo que veo, lo que está pasando ahí mismo». Filmar como algo indisociable de vivir, es decir, como una manera de mantenerse vivo: así es como Mekas afronta su tarea artística. Cuando monta una película, no aspira tanto a traer al presente el recuerdo de aquel momento, sino a provocar la ilusión de que todo vuelve a estar ahí, de que todo vuelve a suceder ante sus ojos.
As I Was Moving Ahead… quizá es, en este sentido, su obra más paradigmática, en tanto que, aun siendo un diario audiovisual, no se trata de un retrato coral ni de un autorretrato, sino de una colección de pequeños fragmentos de vida montados al azar y filtrados por el entusiasmo efervescente de quien trata a la cámara como un apéndice de sí mismo. A través de la captura de imágenes nerviosas, inestables y a menudo sobreexpuestas, la presencia de Mekas es palpable en cada fotograma que muestra de sus seres queridos. La película invita a zambullirse en ese océano de fragmentos atemporales que Mekas presenta desde un lugar tranquilo y libre de nostalgia. «No sé nada de la vida, pero he visto algo de belleza», dice el propio cineasta al final del filme, contagiándonos su manera de celebrar la felicidad que la vida puede ofrecer.
As I Was Moving Ahead Occasionally I Saw Brief Glimpses of Beauty, Jonas Mekas, 2000, 16 mm, 288 min.
VOSE. Copia procedente de Canyon Cinema.