Nacido en Río de Janeiro en 1947, Aloysio Raulino se trasladó a São Paulo en la década de 1960, donde se incorporó a la primera clase de cine de la ECA-USP y comenzó, cuando aún estaba en la universidad, una intensa producción como director de fotografía y director de cortometrajes experimentales.
Participó en la fundación de la Asociación Brasileña de Documentalistas y se convirtió en su primer presidente. Su compromiso con la lucha por el cine brasileño se refleja también en su trabajo en la Asociación Paulista de Cineastas (Apaci) y como asesor en la Cinemateca Brasileña.
Sus filmes, en su mayoría cortometrajes –algunos ya integrantes de cierto canon del cine brasileño, la mayor parte aún muy poco conocida– están siendo redescubiertos poco a poco, y revelan una conjunción notable de rasgos estéticos frecuentemente considerados antagónicos o inconciliables: la devoción al encuentro con los sujetos filmados y el trabajo constructivo del montaje; la fuerza indicial de la situación de filmación y la meditación intelectual del ensayo; la atención a la integridad de las palabras de los hombres comunes y la intervención analítica que recurre a citas literarias, filosóficas y musicales diversas; el improviso de la performance y el antinaturalismo de la pose; las potencias del directo y el gesto francamente alusivo; el compromiso político y la libertad de la creación poética de vanguardia.
El 18 de mayo de 2013, en vísperas de su primera retrospectiva como cineasta en el forumdoc.bh de ese año, fue encontrado desplomado en una calle de Vila Madalena, probablemente víctima de un infarto.
© Victor Guimarães (biografía adaptada)