Esta obra es una de las más personales de Val del Omar. El film comienza con una sucesión de vistas del conjunto monumental de la Alhambra. Las imágenes que se suceden se atomizan en un mosaico de impresiones o estampas, metáforas -a veces apoyadas o esclarecidas por ocasionales intertítulos- y motivos estróficos que vuelven una y otra vez. En la mirada de Val del Omar sobre su lugar de origen, se adivina un vaivén de sentimientos entre la aflicción y la ternura, manifestándose especialmente en los retratos que interpola de los habitantes de Granada.