Jacobs reexamina una corta película de 1905, transformando lo que esencialmente era una escena con una cómica multitud de aldeanos en una meditación sobre la manera en que vemos los filmes y sobre el medio en sí. Vuelve a exponer a su público repetidamente al film, centrándose en un sinnúmero de detalles en los que habría sido imposible fijarse en una única visión, formando un bucle e invirtiendo el flujo del film para dirigir la atención del espectador.