Mediante la animación stop-motion, Al Jarnow logra crear la ilusión hipnótica y vertiginosa de diferentes elementos del mar (conchas, piedras...) en constante mutación. La obra transmite la palpitación del océano, su riqueza y belleza arrolladoras. A su vez, la sensualidad del sonido se queda pegada al cuerpo como un largo día de playa.