La paleta oscura y los trazos agresivos, pintados sobre celuloide, recrean un paisaje nocturno mecido por una brisa inquietante, con el acompañamiento ocasional de una composición de Rajmáninov. Dedicada a un amigo del director, el escultor Remigio Mendiburu, la película encarna el mundo de la noche, frente al universo diurno presente en En un jardín imaginado, realizada por Sistiaga el mismo año.