Una serie de pinturas abstractas sobre celuloide se suceden mientras oímos el sonido de un arroyo, como si fuera la corriente la que arrastra las imágenes una detrás de otra en un flujo de colores, trazos y figuras. Esta pieza está dedicada al pintor Amable Arias, amigo de Sistiaga, y representa el reverso diurno de su obra Paisaje inquietante - Nocturno, realizada el mismo año.