“En Niágara casi solo hay dos colores: el brillo del agua que cae violentamente (devolviendo suavemente en forma de niebla) y la oscuridad de las rocas y el agua que corre lentamente. La cámara imita el movimiento de una caída libre, de oscuro a claro, cada vez con una ligera variación. Si una cascada es la confirmación absoluta del "no puedes bañarte nunca dos veces en el mismo río en el mismo río" de Heráclito, entonces Niágara es su equivalente al Super 8: cuando (y si) se proyecta su única impresión, nunca puedes ver la misma película dos veces”
- Lucía Salas