"Realizada en Super 8, y en blanco y negro, La mansión acelerada, es una intensa pieza visual, vertiginosa y febril, en la que la cotidianidad, la alucinación, las referencias a la baja cultura, las fantasías sexuales gays y los juegos formales, se entremezclan de un modo magistral. Una bocanada de frescura y talento destinada a paladares exquisitos de la imagen y a amantes de la transgresión.
Huyendo de cualquier intento de trazar una narrativa convencional, la obra asume hasta el extremo un tiempo expandido, postmoderno, y es un buen ejemplo del vértigo que se vivía a fines del siglo XX ante la inminente llegada del nuevo milenio. Una obra fronteriza, inclasificable, que provee al espectador de una amplia gama de nostálgicos materiales tanto temáticos como formales.
Un bucle sin fin a ritmo de música minimalista que nos sugiere un retorno a las primeras vanguardias, con animaciones culinarias, remontajes de metraje encontrado, fantasmagorías, flashes porno y cuentos infantiles; que se embarcan en un viaje sin retorno acompañados por las pesadillas habituales del director: muebles que se mueven sin ayuda de la mano del hombre, actuaciones amateurs de sus amigos citando al cine underground, a las producciones de terror y a la serie B; todo bajo un velo lúdico- trágico de la existencia… que hacen de David Domingo un realizador de culto".
