Narcisa Hirsch define su película como un «trabajo en construcción». Se trata de una especie de autobiografía hecha con retazos de las más de treinta películas que Hirsch ha realizado a lo largo de su vida. Desde un escenario sencillo y conmovedor, su amigo el director de teatro Alberto Félix Alberto expone reflexiones y preguntas frente a una imagen proyectada de Narcisa, que no interactúa. Este extraño diálogo produce un curioso efecto de distanciamiento e intimidad al mismo tiempo. La segunda persona del singular nos interpela y, a la vez, nos hace imaginar las respuestas de Narcisa, que seguramente habrá que buscar en las imágenes (o incluso en nosotros mismos).
En un texto que distribuyó sobre su trabajo, Hirsch dice: «Hay otras vidas posibles que en la imaginación abarcan una realidad más amplia, más plena, totalmente consumada. Por eso, filmar una vida es difícil y filmar la propia, imposible. Con esta autobiografía hay un intento de hablar de esa ambigüedad, donde lo que hubiera podido ser es la posibilidad de un recuerdo, donde lo que fue, y lo que no fue, puede ser recordado de la misma manera, siempre mezclando lo vivido con lo imaginado.»
