Este film cuestiona la naturaleza de la representación y defiende la pureza de este medio. Para el cineasta alemán, el lenguaje filmado se encuentra en “lo que pasa entre las imágenes” y en lo que se produce en la mente del espectador (como explica su teoría del “Kine”: la unión en el cerebro del receptor de dos fotogramas sucesivos). Nekes parte de los intereses del film estructural y apunta hacia una dimensión metafísica del cinematógrafo. Las cinco partes de Diwan vienen a ser fragmentos diseminados que siguen una lógica poética. Sus fluidas imágenes fantasmales dan forma a un ritual marcado por la repetición y la duración que, huyendo del esteticismo, va más allá de la belleza sensible. Parpadeos de luz y latidos temporales alteran paisajes con figuras.