En Ballett 16, 256 fotogramas de un movimiento continuo de danza fueron separados en 16 segmentos de 16 fotogramas cada uno. Estos segmentos fueron reorganizados y refotografiados fotograma a fotograma. La composición sintética resultante del movimiento se refotografió de una pantalla que lo reproducía al doble de su velocidad normal con el fin de acelerar el final de película. A partir de la repetición y la sobreimpresión, Tscherkassky descompone y transforma cada movimiento de la bailarina para hacer surgir una fuerza desconocida, intrínseca al cuerpo y al propio cine.
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