Hasta 200 rostros transitan por la pantalla junto a otros retratos de animales, lugares y gestos. Aunque el título anuncia caídas, los fugaces rostros aparecen y desaparecen como centellas en panorámicas o travellings irónicamente ascendentes. La película juega con una poética formal y sintética, un protagonismo colectivo y abstracto, un montaje rítmico y el uso ingenioso de la lente volteada. Situada en la mitad de sus cinco décadas de profesión, Falling Lessons (1991) reúne los elementos esenciales del personal estilo de Halpern: una economía de los recursos y una libertad expresiva del lenguaje cinematográfico. Aquí indaga en el misterio del retrato personal y espacial, en el potencial hipnótico de la mirada, como en The Glance (1972) y The Unowned Luxuries #3 (2020). Su banda sonora reverbera sobre la disposición fugaz de la imagen, en rima con los objetos o sujetos filmados. Estos «arrebatos» o «rapsodias» lumínicos, en palabras de la autora, resuenan con sus obras silentes Peach Landscape (1973) o Filament (The Hands) (1975). El mínimo elemento cobra luz fruto del dominio de la mecánica del cine.
Falling Lessons, Amy Halpern, 1992, 16 mm, 64’.
Proyección en 16 mm.
Copia procedente de Light Cone.