Desde su infancia, Amy Halpern comenzó a realizar composiciones a partir de la luz y el movimiento, como hacen todos los niños. Se interesó por el estudio de los volúmenes —espaciales y temporales—, de los espacios positivos y negativos y de su representación y/o sugestión en la pantalla.
Comenzando en Nueva York en 1971, donde trabajó sola en un apartamento con una cámara, un proyector, una empalmadora y una rebobinadora, empezó a componer sus películas a partir de las texturas, las luces y las sombras. Las propiedades del medio —las diferentes sensibilidades de la emulsión a la luz, el elegante movimiento browniano del grano y el deslizamiento de los gestos filmados, así como el de la propia película— siguen atrayendo su atención. También ha trabajado las formas en que se experimenta la duración.
Rodando en 16 mm, Halpern se interesa por la filmación directa de lo que puede ser visto: un objeto, una localización, un gesto, etc. Evita la manipulación dramática, ya que encuentra más interesante el drama inherente a lo abstracto, y frustra las expectativas del espectador aprendidas del cine narrativo. Jugando con diferentes formas asociativas, crea momentos fusionados en los que se puede experimentar un movimiento como un color, o una imagen como un sabor.
Invocation, 1982, sin sonido, 2 min; 3 Preparations, 1972, sin sonido, 6 min; Pouring Grain, 2000, sin sonido, 2 min; Filament (The Hands), 1975, sin sonido, 6 min; Peach Landscape, 1973, sin sonido, 5 min; Injury on a Theme, 2012, 7 min; Palm Down, 2012, sin sonido, 6 min; Cheshire Smile, 2012, 5 min; Access to the View, 2000, 2 min; By Halves, 2012, sin sonido, 7 min; Three-Minute Hells, 2012, 14 min; #27, 2019, sin sonido, 3 min, estreno mundial*; My Mink (Unowned Luxuries #2), 2019, sin sonido, 4 min, estreno mundial*; Elixir, 2012, sin sonido, 7 min.
Proyección en 16 mm.
Copias cortesía de Amy Halpern.
Un programa de Francisco Algarín Navarro.