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Escuchar a las imágenes: la centralidad de lo sónico en la estética negra

A propósito de las proyecciones de 25 y 28 de marzo de 2021

Directores
Larry Clark
Participantes
Beatriz Leal

Hasta la retrospectiva organizada por UCLA Film and Television Archive en 2011 titulada L.A. Rebellion: Creating a New Black Cinema, las obras englobadas en Los Angeles School of Black Filmmakers, movimiento pionero en los 70s de jóvenes africanos y afroamericanos en UCLA, apenas eran conocidas por un puñado de entendidos. Passing Through, la segunda película de Larry Clark, se había convertido en hito del cine afroamericano y su director en uno de los miembros destacados del grupo que sería rebautizado por el académico Clyde Taylor como L.A. Rebellion. La importancia dada a la forma y a la experiencia de visionado del material original llevó a Clark a descartar la distribución en VHS en los 90s tras una exitosa exhibición en salas independientes. La que el crítico francés Raphaël Basan (Libération, 1985) definiría como “la única película de jazz de la historia” se perdería en el olvido a pesar de recibir el Premio Especial del Jurado en Locarno tras estrenarse en el Filmex de LA en 1977 y circular por festivales.

La película vio la luz a finales de una década en la que se empiezan a definir las reglas de producción, distribución y estética audiovisuales afroamericanas reconocibles hoy en día. Las revueltas de Watts (1965), en respuesta a la segregación urbana, la violencia policial y la fuerte oposición a la guerra de Vietnam, provocaron la aparición de L.A. Rebellion. El movimiento comprendía a hombres y mujeres claves en la tradición radical negra como Julie Dash, Charles Burnett, Zeinabu Irene Davis, Haile Gerima, Billy Woodberry y Jamaa Fanaka. Su compromiso político, su trabajo colaborativo, su experimentación con la forma y su oposición al cine de Hollywood serán modélicas en los 80s en el Reino Unido para grupos como el Black Audio Film Collective, Film and Video Collective y Ceddo Film and Video Workshop, con artistas como John Akomfrah, Isaac Julien y Trevor Mathison entre sus filas. El grupo angelino surgió en el campus de UCLA para dar respuesta a las demandas de las comunidades de color en la ciudad bajo la tutela de Elyseo J. Taylor, único profesor negro en la Escuela de Teatro, Cine y Televisión en UCLA, al que se uniría en 1974 Teshome Gabriel, teórico destacado del Tercer Cine de origen etíope. Estos jóvenes realizadores se formaron entre seminarios dedicados a Frantz Fanon, Aimé Césaire y W.E.B. Du Bois; proyecciones de obras seminales del Tercer cine latinoamericano, del neorrealismo italiano, del film-arte europeo y las primeras obras de Sembène y Mambéty. Mientras los Panteras Negras acaparaban portadas de periódicos y minutos de televisión, Larry Clark presentaría su tesis de graduación As Above, So Below (1973) en este novedoso programa cuya nueva estética negra huía tanto del cine comercial de Hollywood como del cine de autor europeo.

En los 70s explota el fenómeno Blaxploitation. Dos títulos darían en 1971 el pistoletazo de salida: Shaft, de Gordon Parks y Sweet Sweetback’s Baadasssss Song de Melvin Van Peebles, fenómenos mediáticos sin precedentes en la creación de imágenes, narrativas y públicos afroamericanos. De manera contemporánea, en estos años se afianzan canales de TV negros; nace un cine de político de oposición y experimental independiente en Nueva York; se ficcionaliza la vida negra urbana como entretenimiento popular; y se producen una serie de películas de género que rescatan figuras o hechos históricos con el fin de inspirar reflexiones sobre temas contemporáneos. Todas estas tendencias tienen sus continuadores en el siglo XXI con directores que se mueven entre géneros, plataformas y mensajes como Ryan Coogler, Ava DuVernay y Barry Jenkins.

De familia de músicos -su tío era el pianista de jazz Sonny Clark-, Larry Clark fue uno de los cámaras de Wattstax (Mel Stuart, 1973) -el Woodstock negro-, un documental sobre el mega-concierto patrocinado por Stax Records con artistas de jazz, R&B, funk, blues, soul y góspel para conmemorar en 1972 el 7º aniversario de las revueltas de Watts. Presentado por Jesse Jackson, con monólogos de un joven Richard Pryor y actuaciones musicales de Rufus Thomas, The Staples Singers, Eddie Floyd y Isaac Hayes como plato fuerte, sería una experiencia clave para el joven Clark, quien rodó As Above, So Below de manera contemporánea. Radicalmente políticos, sus 52 minutos en 16mm examinan la resistencia negra en el estado de sitio impuesto en LA tras las revueltas. La historia del joven Jita-Hadi, veterano de la marina, nos sumerge en su toma de conciencia al regresar a casa, estableciendo conexiones en la distancia con la película Soleil Ô (1970) del mauritano Med Hondo.

Producida de manera independiente, apoyada por la comunidad y con un presupuesto reducido, Passing Through narra las peripecias de Eddie Warmack, músico de jazz que acaba de salir de la cárcel por matar a un gánster blanco. Clark vuelve a dar el papel protagonista a Nathaniel Taylor, conocido como Rollo Lawson en la famosa sitcom Sanford and Son (NBC, 1972-1977). Concibiendo el jazz como la mayor expresión de la cultura afroamericana, encapsulando la lucha y resistencia desde la época de la esclavitud hasta la actualidad, Warmack se lanza a la búsqueda de su mentor, el músico legendario de jazz Poppa Harris. Quien le había enseñado los componentes místicos del jazz en su niñez, le ayudará ahora a encontrar la motivación perdida para seguir luchando contra la explotación de los artistas negros por la industria musical blanca.

La profesora Tina Camp propone un ejercicio contra-intuitivo de “escuchar las imágenes”, abogando por la centralidad de lo sónico y sus tensiones con lo visual como característica de la producción radical negra y su recuperación del archivo, con ejemplos destacados en el cine como West Indies (1979), de Med Hondo y Sankofa (1993), de Haile Gerima. En este trabajo de presentación de historias desconocidas y composición de bandas sonoras experimentales se sitúa Passing Through, cuya pretensión es replicar en el cine una estética negra que ya existía en el jazz. Evitando la narración lineal, acumulando tramas a modo de narrativas orales africanas, Larry Clark parte del collage, el cubismo y el jazz con su improvisación y sus súper-imposiciones, marcando transiciones y conexiones inesperadas. En esta meditación sobre la naturaleza de la memoria surgen fragmentos de tiempo que permanecen como cicatrices de la historia negra. El movimiento constante que el título implica alude al entrecruzamiento de historias, temporalidades y del propio desplazamiento del protagonista por la ciudad, recordando el tránsito de Anta y Mory en Touki Bouki (1973), clásico del cine vanguardista africano del senegalés Djibril Diop Mambéty.

Siete minutos de un concierto de jazz sirven como prólogo, en un brillante homenaje a la música y sus creadores en un palimpsesto de blancos, azules y rojos superpuestos, seguido de un fundido en azul. El director comenta que para la búsqueda del ambiente se impusieron dos elementos visuales: los vinilos de jazz y los pequeños clubs, arropados por la intimidad y la privacidad, donde escuchaba jazz bajo una iluminación azulada. Tal vez fuese Sketches of Spain (1960) de Miles Davis la base de la siguiente escena, con la figura del protagonista en perfil tocando el saxo bajo los muelles de LA. Una ola (comprada del stock no utilizado de Los Diez Mandamientos) y la música provocan la abrupta transición al pasado. En Passing Through Clark mantiene la estructura clásica en tres actos. No obstante, descarta la narración tradicional para transmitir el carácter de improvisación del jazz a través de flash forward y back, de movimientos libres de cámara, de mezcla de imágenes de archivo con escenas reconstruidas (revueltas de la prisión neoyorkina de Attica en 1971; fotos fijas de líderes revolucionarios negros). La banda sonora del film, compuesta por Horace Tapscott e interpretada por la Pan Afrikan Peoples Arkestra (P.A.P.A. o The Ark), remite al ejercicio creativo comunitario, ya que la orquesta –en activo- fue fundada por Tapscott en 1961 en respuesta a la desigualdad racial del momento.

No existen otros filmes sobre jazz que sean estructuralmente jazzísticos, con la salvedad de Ornette Coleman, Made in America (1985) de Shirley Clarke, quien parte de las cúpulas geodésicas de Buckminster Fuller, aquellas formas geométricas que inspiraron en su teoría musical harmolódica al saxofonista Coleman, figura esencial del free jazz.

Cuatro décadas tras su estreno, Passing Through resuena con fuerza en la población afro-diaspórica. Con el movimiento Black Lives Matters, las luchas de representación en la industria audiovisual mainstream y los debates sobre el rol de las imágenes en la recuperación de la memoria y los archivos enterrados como telón de fondo, el filme es un ejemplo de resistencia múltiple donde nuevas generaciones pueden reflejarse y reevaluar su agencia en la historia.

Beatriz Leal Riesco

Fecha
25 marzo 2021

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