Tras sus estudios de Historia en la Universidad de California, Coni Beeson comenzó a trabajar como fotoperiodista en Western Pacific Mileposts. Cansada de las imágenes que solían ilustrar los artículos de la época, Beeson intentó subvertir el convencionalismo de la fotografía empleando una actitud provocadora. Al regresar a la Bay Area, Beeson comenzó a trabajar para importantes galerías, así como para un amplio abanico de artistas, entre los cuales se encontraban el grupo activista Friends of the River, la tejedora Barbara Shawcroft, el piloto de coches de carreras Rex Ramsey, la coreógrafa y bailarina Anna Halprin o el músico Carlos Santana.
Durante la década de los 70, Beeson realizó un conjunto de películas que se encuentran entre las obras más importantes dedicadas al erotismo y a la expansión de los límites asociados con el sexo. Otros de sus trabajos tratan la contracultura californiana de la época o critican la representación heteronormativa de la mujer, además de abordar cuestiones relacionadas con la justicia social, retratando las condiciones de vida en cárceles o fábricas.
Beeson es también considerada como una cineasta pionera a la hora de mostrar el erotismo lésbico en el cine. Recurriendo a técnicas muy diversas y combinando fotografía y cine, se sintió enormemente atraída por la intimidad y los intercambios de energía entre los cuerpos a través de la fantasía y el tacto. Las relaciones –tanto heterosexuales como homosexuales– aparecen a veces en sus películas como reencarnaciones o expresiones poéticas vinculadas con el pasado, así como en tanto que serie de collages de paisajes habitados y tiempos compartidos.