Fernand Léger sucumbe a la fascinación por los objetos manufacturados y participa en el fantasma de un Edén técnico en el que reina la armonía entre hombre y máquina. En este principio del siglo 20, "lo bello está en todas partes" y el arte denominado moderno debe poder rivalizar con la tecnología de la aviación. Con la realización de la primera película sin guión, se lamenta: "el error pictórico es el tema, el error del cine es el guión".