A diferència de la tradición de películas sin cámara (Lye, McLaren), las obras de Martedi, marcadas por una estética próxima del arte povera, rechazan la influencia del ritmo musical para privilegiar un movimiento tan monótono que aparenta la inmobilidad. La propia forma, abstracta pero sin alusiones, no es más que la estructura perceptiva. Aquí el cineasta se interesó por las variaciones mínimas de formas rectangulares.