My Name Is Oona es un elogio al mito femenino. Gunvor Nelson filma a su propia hija, una niña rubia que evoca la mitología nórdica, íntimamente ligada a la naturaleza. Imágenes frenéticas en blanco y negro, continuamente sobreexpuestas, se entrelazan con el trabajo sonoro, coordinado por el maestro del minimalismo Steve Reich. La repetición en bucle de las palabras -My name is Oona- acelera el ritmo del filme de modo sostenido hasta límites hipnóticos. Nelson muestra a su hija jugando con su entorno y contemplándolo desde múltiples puntos de vista, pero la película retrata la niñez de un modo inestable y no idealizado. Gunvor Nelson explica: «No quise hacer un retrato franco y lindo de Oona. Pienso que su mundo y el mío de cuando yo era niña están juntos aquí.»