En una de las definiciones de la animación más célebres y difundidas de la historia, Norman McLaren dice que «lo que pasa entre cada fotograma es mucho más importante que lo que hay en cada fotograma. La animación es por tanto el arte de manipular los intersticios invisibles que hay entre fotogramas». En esos intersticios invisibles, pasadizos secretos ocultos en las películas hechas fotograma a fotograma, se esconde el trabajo de quienes hacen animación, que se nos sustrae con el fin de crear esas imágenes en movimiento imposibles. Los pasadizos secretos. Apuntes sobre animación experimental, libro recientemente publicado en la colección «Breus del CCCB» al hilo del catálogo del Archivo Xcèntric, traza una historia del cine de animación en base a esta idea fijándose en la labor manual de las animadoras y animadores, personas poseedoras de un tipo de inteligencia singular capaz de ver las posibilidades infinitas que esos tiempos ocultos ofrecen.
Programa:
Ko-Ko's Earth Control, Dave Fleischer, EE.UU., 1928, 35mm a digital, 8’; Wall, Takashi Ito, Japón, 1987, 16 mm, 7’; Hus, Inger Lise Hansen, Noruega, 1997, 16 mm, 7’; Persian Pickles, Jodie Mack, EE.UU., 2012, 16 mm, 3’; The Dante Quartet, Stan Brakhage, EE.UU., 1987, 16 mm, sin sonido, 6’; Recreation, Robert Breer, EE.UU., 1957, 16 mm, 2’; Frank Film, Frank y Caroline Mouris, EE.UU., 1973, 16 mm a digital, 10’; Bang!, Robert Breer, EE.UU., 1986, 16 mm, 10'; Selfportrait, Maria Lassnig, Austria, 1971, 16 mm a digital, 4', VOSC.
Proyección en 16mm y digital. Copias procedentes de Light Cone excepto Selfportrait (Sixpackfilm), Ko-Ko's Earth Control y Frank Film.
Notas del programa:
Max y Dave Fleischer fundaron un estudio de animación en los años veinte, aplicando una imaginación sin par a su serie Out of the Inkwell, protagonizada por un payaso llamado Koko que se escapa del tintero del dibujante. Esta mezcla del mundo real y el animado ofreció a los hermanos oportunidades para desarrollar su ingenio. En «Ko-Ko’s Earth Control» vemos cómo la mano del dibujante hace nacer al dibujo animado, en un trabajo que termina siendo inusitadamente vanguardista: no solo prefigura un fin del mundo climático, sino que se adelanta a los flicker films, ofrece un ejemplo primigenio de animación de collage y hasta emplea la pixilación, una forma de animación que usa seres humanos. Si la mano del creador en pantalla sirve a los Fleischer para unir sin fisuras la imagen real y la animada, en el caso de Wall, de Takashi Ito, sirve para revelar el «truco» de la película sin por ello anular su magia. Ito crea espacios imposibles refotografiando cuadro a cuadro fotografías fijas impresas en papel, manipulando así la geometría de las calles y edificios a su antojo.
Moldear el mundo a gran escala, hacerlo bailar un baile nuevo, es lo que hace Inger Lise Hansen en Hus. Animando una cabaña de madera a escala real en el desierto californiano, Hansen introduce otro elemento que revela su intersticio invisible: la luz natural, cuyo movimiento nos hace tomar consciencia del paso del tiempo al animar. Usando también elementos de la realidad, emprendemos un viaje hacia la abstracción. Jodie Mack crea películas estroboscópicas con elementos domésticos y populares como encaje, telas estampadas, mantas y tie dye. En esta ocasión, el estampado de «bacterias» o paisley, un cliché de la moda de los sesenta, le sirve para crear un trabajo rigurosamente plástico (que también juega con el sonido) que a la vez reflexiona sobre esta cultura de la mercancía barata, los deshechos del capitalismo y la división entre el Arte con mayúsculas y lo vulgar y cotidiano. Esta abstracción hecha con materiales de uso tiene que ver con la pintura, al igual que una de las películas pintadas más importantes de Stan Brakhage: The Dante Quartet. En este caso, el trabajo material se vuelca sobre la tira de película que Brakhage pinta con inspiración del expresionismo abstracto y de su investigación de los mecanismos de la visión, en un momento en el que su técnica se refina también gracias al trabajo posterior en impresora óptica.
Robert Breer, originalmente pintor, también se dedica a experimentar con la percepción, y en concreto a lo que ocurre con la rápida alternancia de fotogramas dispares. En la ráfaga veloz que es Recreation, Breer comprime trozos de cartulina, pintura, herramientas, guantes y hasta trozos de pan que se funden en un collage creado en nuestros propios ojos. La abstracción va volviendo al mundo real, y a las posibilidades azarosas de la combinatoria de fotogramas sobre la percepción. La animación de collage, de la que Breer es pionero, es lo que usan Frank y Caroline Mouris en la acumulación obsesiva de recortes de objetos similares clasificados de acuerdo a un hilo autobiográfico, el de Frank, en el que habla de su encuentro con la animación al tiempo que dibuja un retrato de los Estados Unidos consumistas de la postguerra a través, precisamente, de los anuncios coloridos de esos objetos que prometían felicidad y bienestar.
Con los años, la experimentación rigurosa de Breer se va fundiendo en una combinación alquímica perfecta con un componente personal casi diarístico. En Bang!, Breer recupera sus dibujos y obsesiones de infancia en una película en la que caben momentos de flicker, «continuidad discontinua», rotoscopia, crisis existenciales y teléfonos con patas. Y justamente esa capacidad de la animación para expresar lo inexpresable es lo que nos ofrece nuestro último pasadizo secreto: los muy particulares «dibujos animados» de la pintora austriaca Maria Lassnig, que en este autorretrato nos confía los pensamientos y sentimientos particulares y específicos de una mujer volcada en el trabajo creativo.