Entre 1983 y 1995, Jean-Claude Rousseau realizó cinco películas en Super-8, en las que asimiló con radicalidad las propiedades del formato para imprimir una sensualidad ascética a la filmación, la sonorización y el ensamblaje de sus cartuchos Kodachrome. Respetando siempre la integridad de la bobina tal y como fue filmada, el cineasta procura el encuentro con una visión imprevista, impensable y transformadora.
En su primer largometraje, Jean-Claude Rousseau propone una travesía sensorial y sentimental por siete ruinas y varias habitaciones de hotel de la ciudad de Roma. Motivos como el desdoblamiento, la escisión o la imposibilidad de representar, se desplazan continuamente entre un riguroso trabajo formal y la vivencia de una conversión.
Orientado por la estructura bipartida de Les antiquités de Rome, del poeta Joachim du Bellay, Rousseau reunió cuarenta y dos bobinas filmadas a lo largo de seis años, disponiéndolas en bloques que animan formas métricas (rimas, simetrías, elipsis, diáforas). Los monumentos y las habitaciones se encuadran según un principio de aplanamiento, atrayendo trampantojos y oclusiones que vacían toda interpretación literal o representativa para potenciar la circulación de los motivos (plásticos, simbólicos, sentimentales) en correspondencias establecidas por una imaginación lírica.
Les Antiquités de Rome, Jean-Claude Rousseau, 1989, Super-8, 105 min.
Proyección en 16 mm. VOSE. Copia cortesía de Jean-Claude Rousseau.
Esta sesión se enmarca en un ciclo programado por Francisco Algarín y Carlos Saldaña, en colaboración con Filmoteca de Catalunya, Zumzeig y el Instituto Francés de Barcelona.