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En Praga hay diez mil millones de insectos por kilómetro cuadrado. En el resto de la superficie terrestre también.

A propósito de la proyección de la película "Hmyz" (Insect) de Jan Švankmajer

Directores
Jan Švankmajer
Participantes
Joan Baixas

Hervor de insectos entre los títulos de crédito, élitros, abdómenes, alas y patas que se mueven y se amontonan como una sopa marrón viva e hirviente. Lodo, limo, barro vivo.

Tres muñecas rusas:

  • un actor que interpreta un actor que hace de escarabajo.
  • un director que hace de actor e interpreta un director que dirige un actor-escarabajo que hace de director de otros actores.
  • los insectos-actores de Švankmajer se comen los insectos-habladores de los hermanos Čapek que se comen los insectos animados de Starewitch y todos estos insectos son parientes del escarabajo de Kafka: «Una mañana, después de un sueño intranquilo, Gregor Samsa se despertó en su cama convertido en un monstruoso insecto».

Y estos actores no pueden emplear el método Stanislavski porque hacen de escarabajos y los escarabajos no tienen memoria del pasado. (¿O sí?)

Švankmajer, en diálogo con Starewitch, le dice: tú conviertes los escarabajos en actores, yo transformo los actores en escarabajos.

En Praga hay diez mil millones de insectos por kilómetro cuadrado. En el resto de la superficie terrestre también.

El señor Švankmajer dice que si un escritor puede empezar un libro dirigiendo unas palabras introductorias al público (una clave para entender la obra), ¿por qué no debería hacer otro tanto un autor de cine? Y entonces se explica y dice que no hay nada que explicar. En los libros a eso se le llama surrealismo; deberían utilizar otra palabra que hiciera reír más.

Todo sale tal cual, como los movimientos de un escarabajo encerrado en una caja de zapatos con otros cientos de escarabajos moviéndose sin parar dentro de la misma caja.

Zumbido, hormigueo de escarabajos amontonados en un espacio estrecho, zumbido, agarrados a la ventana. Su invasión solo está retenida por un vidrio transparente: ¿visión amenazadora, marea de mal sueño, metáfora?

Escarabajos humanoides, humanos escarabajoides.

Todos son marionetas, menos él. El señor Švankmajer, de todos los que salen en la película, parece el único con entendimiento, razonable y con cierto sentido común, y dice...

 

¿Lo tienes grabado?

Sí, está todo.

Pues todo va bien

Pero él no ha dicho «¡sonido!», esto no tiene sentido.

Si todo esto no tiene ningún sentido, ¿cómo quieres que lo tenga esto en concreto?

Carcajada general en el plató, «todo esto no tiene ningún sentido» parece ser el santo y seña del equipo de rodaje, se divierten.

The Insect Play (1924), de los hermanos Čapek, no pretendía ser una sátira política.

¿Y por qué los hermanos Čapek tuvieron que poner un final feliz a su pieza?, nadie les obligaba.

Querían agradar a la multitud.

Scarabaeus laticollis o escarabajo pelotero, final feliz de una pieza pesimista.

Y la pieza ¿de qué trata? No lo sé, escribí el guión a vuelapluma, de un tirón, como una escritura automática, eso es todo. No...

sin ningún… racional…

o moral….

¡mierda!

¡Sin ningún control!, racional o moral…

 

Esta es la única forma de evitar la tentación mesiánica de grandes artistas de reformar la humanidad, de mejorarla, de prevenirla, de refinarla.

Esto no puede funcionar. Leed a Freud.

«The only good answer to the cruelty of life is the scorn of imagination», como diría un poeta decadente checo.

¿Quién me dirá quién soy yo?

¿Queréis saber qué versión del final he elegido para nuestro film, optimista o pesimista?

El director debe servir al autor, autores en este caso. ¿Que quieren cambiar el final? ¿Qué le voy a hacer? Después de todo, son los grandes hermanos Čapek, ¿no?

Una vez clarificado este punto, podemos pasar al trabajo del actor.

El escarabajo pelotero: ¡la tierra estalla! Yo estoy naciendo, ¡comienza la gran aventura!

Amor (a su mujer, escarabajo pelotera), nuestro capital es nuestra pelota de basura, nuestra bola de oro, nuestro mundo, nuestra alegría y nuestra felicidad...

Olvídate de Stanislavski, tú lee las palabras y olvídate de las emociones.

Minuto 26:52, deja de pensar por mí.

… nuestra pequeña propiedad, nuestro nido, nuestro chalet, nuestra pequeña residencia...

je je je…

Yo lo dirijo como un film de animación o un teatro de títeres: planos muy cortos, mínimo movimiento de la cámara, interpretación estilizada, sin psicología, como si los actores estuvieran atados con hilos en la cabeza y los brazos.

Básicamente es una mirada fría de caníbal.

Esta pieza de Švankmajer no agrada. Y estoy seguro de que él no quiere que agrade. Atrae, golpea, embauca, engaña, absorbe y hace reír, pero no quiere agradar.

Abandonado el arcimboldismo de sus primeras películas, ahora que es viejo, Švankmajer se divierte cambiando... corsés.

... es bueno tener algo, ser propietario de alguna pequeña posesión, el sueño de toda una vida...

Por ojos, tienen dos redondas blancas pintadas en unas gafas de sol, como si todo fuera recién hecho, improvisado, tal cual.

Tira cuchillo, clava cuchillo, ¿tienes idea de cómo hacerlo? No, ya me lo parecía.

Lo kitsch y lo pop y lo grotesco y lo punk, dadá y freakismo.

… no se puede ir por la calle, han eliminado el hombrecillo verde de los semáforos...

Al público le gusta que el teatro parezca la vida real.

El gran arte está hecho de detalles, de detalles ejecutados con perfección.

... tengo muchos sueños, muy aburridos, sueño que voy a comprar zapatos o a buscar leche o salto desde una ventana. Todos en blanco y negro, claro...

… a veces me despierto de un sueño y estoy dentro de otro sueño…

Los cortes tienen una función mágica en el film. Estás aquí, cortas, y estás en otro lugar. Solo los sueños tienen una magia parecida.

Se acabó el ensayo, ha llegado la hora de irse a casa.

Ya lo había dicho.

Una clave para entender.

Joan Baixas

Fecha
4 enero 2019

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